jueves, 2 de diciembre de 2010

Imargínate.


Tú imagínate ahora que va un tío de Knoxville que controla mucho de ordenadores, porque allí controlan mucho de ordenadores, y hackea Facebook. Lo Rebienta con mayúscula inicial y b, que suena más biolento. Y ahora imagínate tú que enciendes tu ordenador desde tu inocencia y vas al navegador y haces click y lo abres y tienes Google como página de inicio y vas a la barra de navegación y seleccionas, borras, tecleas facebook.com. Y no está.

Esto es embarazoso, te grita Internet a la cara. Que no ha encontrado la página, que lo siente, que tiene un problema. Tal vez cuando la gente se bloquea debería recurrir, en este mundo tan informatizado, a la excusa simple y directa de "Tengo un problema y debo cerrarme". Tal vez, salvo si te sientes Apple. Entonces sí que tienes un auténtico problema.

Con absoluta insolencia, tu navegador te plantea la posibilidad de que hayas tecleado mal. Tú, que escribes facebook.com con más habilidad que la mecanógrafa de Sauron -si tuviese una-, una de esas que fuman a más de 1000 palabras por minuto, no acabas de aterrizar en la silla. no sabes qué sucede, pero haces caso y reescribes la direcci{on a la que quieres acceder. Reescribes el momento al que quieres dar paso, ese momento en el que las aguas fecales de tu vida se unen a las de los demás en la cloaca. Reescribes tu futuro. Pero algo va mal.

La página no ha sido encontrada.

¡Recontramegafuck! La conexión funciona, petardas es accesible, Wikipedia y sus galletas perfecto, el vídeo del gatico que te devuelve a Atapuerca cada vez que lo miras va guay.

Es Facebook.

Aquel hijo de puta de Knoxville da a conocer la noticia la tercera vez que actualizas la página. Y no es una sensación precisamente refrescante. Es tocar el pelo engominado de un chulo de barrio. De esos que creen que sus pensamientos simiescos son tan importantes que se blindan la cabeza a base de varias capas de Giorgi. De esos que registran los cambios de la atmósfera terrestre en los estratos que se forman en su pelamen a lo largo de su vida. Es aplastar algo húmedo con la mano en la baranda de las escaleras del metro, es aparecer boca abajo en el desagüe de la nada tras drogarse y atravesar un vórtice. Es como tener la garganta seca y tener gargantas por todo el cuerpo. Es toser por el ano.

Imargínate tú.

Estás completamente sólo o, peor, solitario. Solitario, carta blanca y buscaminas, vuelta al entretenimiento del de toda la vida. De ese al que recurres cuando no hay nada más que ver en Internet. Sin poder masturbarte manifestando lo inteligente que eres ante todos tus contactos -no te engañes, no son tus amigos- es como si estuvieses muerto. Tu vida consiste básicamente en lo que sucede en Facebook y en otras redes sociales. Las redes atrapan peces.

Y entonces se revela el plan maestro del genio de Knoxville. Es el mayor terrorista de la historia. Ha acabado con 400 o 500 millones de vidas. Sin derramar una gota de sangre, además. V de Vainilla. Es que me estoy comiendo un helado de vainilla. En realidad no, pero ¿qué es la realidad?

El tío se ha cargado tu vida. No tienes vida. Porque en esencia allí te definías. Y él ha arrasado con todo eso. En el fondo sabemos cuál es el verdadero sentido y funcionamiento de la interactividad. Cuando no te va el ordenador le arreas una serie de hostias muy interactivas. Y el bicho responde, para bien o para mal, pero responde.

El caso es que el de Tennessee ha derribado el muro más grande jamás construido: aquel en el que podías ver tu propia estupidez reflejada en las paridas de los demás. Y se ha cargado tu perfil. Enhorabuena, la próxima vez sólo podrás comunicarte de frente.

Miras a tu alrededor y te das cuenta de que no hay nadie para compartir tu agonía. Te encantaría poner en tu estado "No me va el FB :|" pero eso sería paradójico, y no quieres romper el contínuo espacio-tiempo. Miras a tu alrededor para descubrir que no hay nadie.
No hay nadie.

Lo más interesante del teclado QWERTY es la tecla ESC. Porque te imaginas en las infinitas posibilidades que tendría poder escapar de donde estás cuando la aprietas.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Éxito II.ohnolosromanosnoteniancero

Me he dado cuenta de que para escribir necesito escuchar una música con un ritmo acorde a mi estado anímico. Eso quiere decir que, de manera inconsciente, intento imprimirle ese ritmo a lo que escribo. Ahora estoy escuchando “Saved” de The Band, de manera que apenas puedo teclear sin equivocarme, tal es la cancioncita.

Como venía diciendo, los dos chavalotes barceloneses de los que hablábamos empezaron a cobrar más y más relevancia day after day. Suddenly, I wrote some words in English. Y Vigalondo les dedicó un comentario al respecto de sus colgadas en Youtube. Si es un sitio para colgar cosas, todos los que allí aparecen son colgados. Quedaos con eso.

Ahora la canción que suena en mi Spotify radio set on 70’s & 80’s Country and Rock music es Natural Science, de Rush. Y mis biorritmos han bajado al Principal 1ª… no, espera, ahora empiezan a subir.

El caso es que cuando el hombre en cuestión habló de ellos PATAPLÁM CON TILDE. La cosa se desproporcionó. A partir de entonces, la historia es conocida por todos: fama, fortuna, sexo, drogas, absurdo, prostitutas de las caras caras… de las que no pertenecen a nadie, que pertenecen al aire, que siempre van en avión (Daura dixit).
Aquí cuál es la puñetera reflexión, os preguntaréis, mis queridos hombrecillos de debajo de las piedras. Pues bien, hete aquí que doy mil rodeos para llegar a ella, pues en prolongando la espera, más placentero resulta el coito y más opciones a vuestras especulaciones. Dicho eso, pensad en lo siguiente: lo que los Vengamonjas hacían antes de la mención del de Cabezón de la Sal era igual a lo que hacían después y, sin embargo, su popularidad subió como la espuma tras dicho comentario. Osea, que Youtube no es sinónimo de fama mundial per se.

Latinajos aparte, es necesario que alguien que se mueva mucho en un mundillo determinado o que sea un tranchette (dícese de los generadores de tendencias, también conocidos como “trendsetters”) diga algo, mencione o señale hacia este o aquel colgado para que se vuelva famoso. En otras palabras. Es necesaria la fama o, si más no, la influencia, para generar más fama, popularidad, comino, pimienta y todas las especias restantes.

He parado la música para ver un capítulo de Baking Bread –aka Breaking Bad– mientras comía, pero luego me he puesto a escribir y he notado un adormecimiento en mis piernas: sin ritmo, la escritura y la sangre dejan de circular.

Total que, respecto a Youtube, hay que quitarse de la cabeza la idea de que sólo por llevar a cabo un holocausto de la propia imagen ante todo el mundo nos lloverá un maná de fama. O conseguimos llamar la atención de una persona o un colectivo influyente y popular, o nanai. Bueno, o eso, o –triste realidad para los ciberfanáticos de cilicio 2.0 en muslo– ya ha salido en la tele, como la presentadora que vomita, Paul Potts o Barney, el dinosaurio que enseña a los niños a felar, video con el que os dejo.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Éxito I

Escribir es encontrar una buena primera frase.

Cuando no la encuentras, te inventas algo que defina el acto mismo de escribir y arreando.

Tras este inicio totalmente gratuito, que os regalo, que es todo vuestro, pa ti pa tu cuerpo pa que lo disfrutes pa que te enamores, sabed que he sido iluminado. Tengo la sensación de que debo explicaros lo que tengo que decir desde una perspectiva de primera persona, de first person reader o algo así, como si os importase mínimamente lo que me pasa o deja de pasar. Pero como esto no es una wiki, leed y callad, que para algo sois cristianos.

Resulta que la semana pasada me di un paseillo por la Universidad Pompeu Fabra, que visito de vez en cuando. En sus nuevas instalaciones de Poblenou en Barcelona, más humeantes que flamantes, se celebraba el Festival Internacional Drac Novell de este año. Y el cartel no estaba nada mal. Por afinidad personal y por pura estética mental mis preferencias estaban con los Vengamonjas, invitados de excepción al Festival, más que con la otra estrella del evento: Risto Mejide. De manera que, aunque la visita de ambos conjuntos musicales se producía a la misma hora (Risto el jueves y Vengamonjas el viernes), preferí dormir hasta altas horas del mediodía del jueves y, en cambio, ir parcialmente despejado a la performance de los Hombres del Tiempo -me refiero a los Vengamonjas, no preguntéis qué relación hay entre unos y otros-.

El caso es que me hicieron un regalo. Noguera. Un hombre. De carne y hueso. Le llevaron con ellos.

No es que el tema de este post sea Miguel Noguera, cuyo blog recomiendo con fervor fanático, con nalgas en rictus, pero mi manera de comunicarme ha cambiado desde que le vi y me firmó un libro. Es el nuevo Nietzsche, ahí lo dejo.

Como iba diciendo, los Vengamonjas fueron al Drac Novell con Noguera, nos hablaron de su nueva aventura en Madrid y de los proyectos que tenían en mente. Bueno, de lo que tenían en mente, porque lo de proyectos suena a demasiado serio. Así que nos enteramos de sus ideas para próximas series de éxito y el futuro del humor en este país. Todo eso de gente con la que he tenido el placer de tomarme un café. La cosa es que reflexioné sobre por qué estaban allí. Claro, está el talento, pero si sólo se tratase de esto, no aparecería en este blog.

Hace algunos años, dos mozalbetes barceloneses empezaron a grabarse haciendo bromas y demás para enseñárselo a sus amigos más cercanos. Hasta donde sabemos, aquellas primeras críticas no pasaban del "Ah...ta bien". Sin embargo, la cosa fue a más. ¿Por qué? Youtube.

Sí sí. Aquí acaba el post.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Eticket niub

Ya tengo nuve de etiketah.

El DOSPUNTOCERDISMO va a llegar.

Chatroulette. Chatroulette.¿Está claro, no? Chat por lo de chat y roulette por lo de ruleta. Aunque yo no diría ruleta a secas, sino ruleta rusa: primero porque el creador de tan tan original iniciativa, Andrey Ternovskiy, es ruso; y segundo porque, cuando te pones a jugar, pasas la mayor parte del tiempo con el pistolón en la cara.

Pensad en Star Wars. Pensad en el sistema de comunicación holográfico (o algo así) que tenían. La videoconferencia tenía, en la mente de George Lucas, igual que en la de otros grandes científicos ficticios, un nosequé futurista, sofisticado, casi mágico, enumeraciones estilísticas. Bien, ahora imaginad a unos Luke y Han pajilleros mirando como a un punto fijo fuera de cuadro con risilla adolescente y a un Darth Vader desnudo de cuello para abajo echado en su camastro con el sable láser en mano y enseñándonos la incómoda totalidad del lado oscuro de su fuerza. Pierde... y mucho.

¿Aldea global, eh, señor McLuhan?. ¿También se estilaba enseñarse la titola en la plaza del pueblo? Imagino al alfarero "Buenos días señora, mire mis vasijas" y de repente ¡FLAPA FLAPA! Chorra al canto. ¿No, verdad? La idea de aldea global va que ni pintada al flujo de chismorreos que va de una punta a la otra del mundo sobre cualquier tema habido y por haber, pero cuando entra en juego el exhibicionismo exacerbado. ¿Qué sucede? Yo hablaría más bien de Lavabo Público Global. Todo el mundo manifiesta abiertamente la porción de estupidez universal que, como ser humano que es, le corresponde por derecho. Todo el mundo escribe su cosa graciosa o su comentario pornográfico. Todo el mundo intenta mirar por encima o debajo de la puerta a ver si ve algo de carne. La Chuminada Global.

Dice Juanjo Azcárate en ni miedo, ni pereza, ni vergüenza que deberíamos tener más cuidado a la hora de movernos por Internet, porque la red de redes lo recuerda todo. Bueno, mejor digamos que lo registra, Déu nos guard de Skynets y demás parafílias sadomaquinistas. ¡Ay, interjección gratuita! ¿Seríais capaces, queridos 2 lectores, de afirmar con total seguridad que vuestro rastro en internet es totalmente limpio? Yo no. Aunque nunca he desnudado mis alma en Chorradette, admito que alguna vez he escrito cacaculopedopís en el gran Lavabo Público Global en el que estoy inmerso.

El primer símil que se me ha ocurrido para describir nuestro comportamiento en Internet es Hansel y Gretel, que iban marcando el camino que recorrían con migas de pan. Pero luego he pensado que ellos querían volver al sitio del que habían salido. A diferencia de ellos, nosotros esperamos que algunos sitios en los que hemos estado no salgan a flote en medio de una entrevista laboral o -no estamos tan lejos de ello- en una comida con la familia de nuestras parejas. Imaginad una conversación con el suegro un domingo en los postres con abuela y tía de Palencia en el pack "Tengo que enseñarte mi colección de videos de shemales, he visto que eres miembro de fakecock.com" "¿...gonzále qué, señor Shemalez?". Fl-ipas.

Estando así las cosas, creo que la imagen que mejor describe nuestras manías y dejadeces online, y en especial en el caso de los hombres -perdonad la generalización, pero es lo que hay- es el del caracol. Sabed, Darth Vaders del mundo, que váis dejando un rastro de baba por la red, y que un día se volverá sobre vosotros, babosos.

EST. Exhibicionistas somos todos. Por eso, en el fondo, no debemos llevarnos las manos a la cabeza cuando nos encontremos con un pene en Chatroulette. Es el signo de los tiempos que corren. Por cada sorpresa desagradable en la ruleta rusa cibernética hay cincuenta mil actualizaciones en facebook del calibre de "Tía, se me ha vuelto a quedar dentro" y nadie dice nada. Eso sí, aunque no represente, en mi opinión, un problema para la globalidad de usuarios de la red, sí es un problema, y grande, para el exhibicionista en sí. Por lo del caracol y tal.

En conclusión, no entréis en Cuchuflette. O sí. Yo qué sé. Es un rollo de esos colaborativos, pero cerdo. El dospuntocerdismo. Si ya lo decía yo.

viernes, 22 de octubre de 2010

No hay futuro simple.

Un día que aún ha de llegar me habré enterado a través de la newsletter que recibo cada día de que Google habrá creado un algoritmo que castiga a las empresas que maltratan a sus clientes.

Habré leído el pequeño artículo de la newsletter y me habré sorprendido mucho y de manera muy grata al comprobar que la noticia no desmerece al titular. Efectivamente, según declaraciones del ingeniero jefe del gigante de Internet, se habrá incorporado una "solución inicial" al problema generado por la curiosa paradoja de que maltratar al consumidor puede ser bueno para la empresa.

La cosa funciona así: las quejas generadas en la Red por los clientes de esta o aquella macro o microempresa de mierda mejoran el posicionamiento SEO de las mismas. No por más madrugar amanece más pronto. No es que este refrán tenga algo que ver, pero podéis intentar encontrarle el sentido. Mientras tanto sigo con lo mío: la paradoja del SEO me recuerda a aquello de que lo único con lo que puedes llenar un barril para que pese menos son agujeros. No le pongáis más agujeros a las empresas-barril en Internet, porque llegará un día en el que Google habrá creado ese castigo divino, pero hasta entonces sólo podemos ayudar a que quienes no hacen las cosas bien sean más ligeros y asciendan como el humo negro de Lost. Hasta el paraíso del click.

Habrá llegado ese día, y nos habremos dado cuenta de que cada queja es un enlace que se añadía a la web de la empresa que nos maltrataba. Y habremos leído en un artículo de The New York Times que el nuevo algoritmo-castigo habrá cambiado ya el ránking de las más visitadas. Habremos dado todos un paso hacia una mayor justicia frente a las empresas, los señores feudales de hoy en día. Y daremos las gracias a Google.

Pero Google también es una empresa. Y muy grande.

Y yo habré propuesto ir mucho más lejos. Y excluir totalmente y por completo a las empresas reincidentes. Aquellas que no mejoren su servicio o productos o lo que sea una vez hayan sido advertidas por las quejas de los consumidores. Pero entonces Google se habrá convertido en juez y verdugo del mundo. Y entonces Google. Y entonces. Y.

Disquisiciones, desquicios, resquicios y desperdicios aparte, la idea de un futuro mejor es demasiado cursi como para realmente me la plantee, pero como habré dicho más adelante ¿qué es la realidad? Así que ¿por qué no pensar en un futuro mejor o, mejor que mejor, perfecto? Desde luego, cuando todo esto haya sucedido estaremos más cerca. Tú y yo. Pechito con pechito.

Pero aún falta mucho para eso. Pero habrá pasado.

Entonces, y sólo entonces, habré escrito este post. Y no habrá futuro si no es perfecto.