viernes, 5 de noviembre de 2010

El DOSPUNTOCERDISMO va a llegar.

Chatroulette. Chatroulette.¿Está claro, no? Chat por lo de chat y roulette por lo de ruleta. Aunque yo no diría ruleta a secas, sino ruleta rusa: primero porque el creador de tan tan original iniciativa, Andrey Ternovskiy, es ruso; y segundo porque, cuando te pones a jugar, pasas la mayor parte del tiempo con el pistolón en la cara.

Pensad en Star Wars. Pensad en el sistema de comunicación holográfico (o algo así) que tenían. La videoconferencia tenía, en la mente de George Lucas, igual que en la de otros grandes científicos ficticios, un nosequé futurista, sofisticado, casi mágico, enumeraciones estilísticas. Bien, ahora imaginad a unos Luke y Han pajilleros mirando como a un punto fijo fuera de cuadro con risilla adolescente y a un Darth Vader desnudo de cuello para abajo echado en su camastro con el sable láser en mano y enseñándonos la incómoda totalidad del lado oscuro de su fuerza. Pierde... y mucho.

¿Aldea global, eh, señor McLuhan?. ¿También se estilaba enseñarse la titola en la plaza del pueblo? Imagino al alfarero "Buenos días señora, mire mis vasijas" y de repente ¡FLAPA FLAPA! Chorra al canto. ¿No, verdad? La idea de aldea global va que ni pintada al flujo de chismorreos que va de una punta a la otra del mundo sobre cualquier tema habido y por haber, pero cuando entra en juego el exhibicionismo exacerbado. ¿Qué sucede? Yo hablaría más bien de Lavabo Público Global. Todo el mundo manifiesta abiertamente la porción de estupidez universal que, como ser humano que es, le corresponde por derecho. Todo el mundo escribe su cosa graciosa o su comentario pornográfico. Todo el mundo intenta mirar por encima o debajo de la puerta a ver si ve algo de carne. La Chuminada Global.

Dice Juanjo Azcárate en ni miedo, ni pereza, ni vergüenza que deberíamos tener más cuidado a la hora de movernos por Internet, porque la red de redes lo recuerda todo. Bueno, mejor digamos que lo registra, Déu nos guard de Skynets y demás parafílias sadomaquinistas. ¡Ay, interjección gratuita! ¿Seríais capaces, queridos 2 lectores, de afirmar con total seguridad que vuestro rastro en internet es totalmente limpio? Yo no. Aunque nunca he desnudado mis alma en Chorradette, admito que alguna vez he escrito cacaculopedopís en el gran Lavabo Público Global en el que estoy inmerso.

El primer símil que se me ha ocurrido para describir nuestro comportamiento en Internet es Hansel y Gretel, que iban marcando el camino que recorrían con migas de pan. Pero luego he pensado que ellos querían volver al sitio del que habían salido. A diferencia de ellos, nosotros esperamos que algunos sitios en los que hemos estado no salgan a flote en medio de una entrevista laboral o -no estamos tan lejos de ello- en una comida con la familia de nuestras parejas. Imaginad una conversación con el suegro un domingo en los postres con abuela y tía de Palencia en el pack "Tengo que enseñarte mi colección de videos de shemales, he visto que eres miembro de fakecock.com" "¿...gonzále qué, señor Shemalez?". Fl-ipas.

Estando así las cosas, creo que la imagen que mejor describe nuestras manías y dejadeces online, y en especial en el caso de los hombres -perdonad la generalización, pero es lo que hay- es el del caracol. Sabed, Darth Vaders del mundo, que váis dejando un rastro de baba por la red, y que un día se volverá sobre vosotros, babosos.

EST. Exhibicionistas somos todos. Por eso, en el fondo, no debemos llevarnos las manos a la cabeza cuando nos encontremos con un pene en Chatroulette. Es el signo de los tiempos que corren. Por cada sorpresa desagradable en la ruleta rusa cibernética hay cincuenta mil actualizaciones en facebook del calibre de "Tía, se me ha vuelto a quedar dentro" y nadie dice nada. Eso sí, aunque no represente, en mi opinión, un problema para la globalidad de usuarios de la red, sí es un problema, y grande, para el exhibicionista en sí. Por lo del caracol y tal.

En conclusión, no entréis en Cuchuflette. O sí. Yo qué sé. Es un rollo de esos colaborativos, pero cerdo. El dospuntocerdismo. Si ya lo decía yo.

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