viernes, 22 de octubre de 2010

No hay futuro simple.

Un día que aún ha de llegar me habré enterado a través de la newsletter que recibo cada día de que Google habrá creado un algoritmo que castiga a las empresas que maltratan a sus clientes.

Habré leído el pequeño artículo de la newsletter y me habré sorprendido mucho y de manera muy grata al comprobar que la noticia no desmerece al titular. Efectivamente, según declaraciones del ingeniero jefe del gigante de Internet, se habrá incorporado una "solución inicial" al problema generado por la curiosa paradoja de que maltratar al consumidor puede ser bueno para la empresa.

La cosa funciona así: las quejas generadas en la Red por los clientes de esta o aquella macro o microempresa de mierda mejoran el posicionamiento SEO de las mismas. No por más madrugar amanece más pronto. No es que este refrán tenga algo que ver, pero podéis intentar encontrarle el sentido. Mientras tanto sigo con lo mío: la paradoja del SEO me recuerda a aquello de que lo único con lo que puedes llenar un barril para que pese menos son agujeros. No le pongáis más agujeros a las empresas-barril en Internet, porque llegará un día en el que Google habrá creado ese castigo divino, pero hasta entonces sólo podemos ayudar a que quienes no hacen las cosas bien sean más ligeros y asciendan como el humo negro de Lost. Hasta el paraíso del click.

Habrá llegado ese día, y nos habremos dado cuenta de que cada queja es un enlace que se añadía a la web de la empresa que nos maltrataba. Y habremos leído en un artículo de The New York Times que el nuevo algoritmo-castigo habrá cambiado ya el ránking de las más visitadas. Habremos dado todos un paso hacia una mayor justicia frente a las empresas, los señores feudales de hoy en día. Y daremos las gracias a Google.

Pero Google también es una empresa. Y muy grande.

Y yo habré propuesto ir mucho más lejos. Y excluir totalmente y por completo a las empresas reincidentes. Aquellas que no mejoren su servicio o productos o lo que sea una vez hayan sido advertidas por las quejas de los consumidores. Pero entonces Google se habrá convertido en juez y verdugo del mundo. Y entonces Google. Y entonces. Y.

Disquisiciones, desquicios, resquicios y desperdicios aparte, la idea de un futuro mejor es demasiado cursi como para realmente me la plantee, pero como habré dicho más adelante ¿qué es la realidad? Así que ¿por qué no pensar en un futuro mejor o, mejor que mejor, perfecto? Desde luego, cuando todo esto haya sucedido estaremos más cerca. Tú y yo. Pechito con pechito.

Pero aún falta mucho para eso. Pero habrá pasado.

Entonces, y sólo entonces, habré escrito este post. Y no habrá futuro si no es perfecto.


2 comentarios:

  1. Como diría el gran José Manuel Parada: "paquete con paquete".

    Lo sé, es un comentario sin sentido. ¿Pero acaso lo tiene la vida?

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